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La atención sanitaria enfrenta una creciente deshumanización en la relación paciente-profesional, afectando la calidad del vínculo terapéutico y generando experiencias negativas para ambas partes. Simultáneamente, los profesionales de la salud carecen de herramientas integradas para gestionar eficientemente su práctica. Esto impacta negativamente en la adherencia a los tratamientos, en la experiencia del paciente y en la salud emocional de los profesionales. Paralelamente, los prestadores independientes enfrentan dificultades estructurales para gestionar su práctica: baja visibilidad, escasa formalización operativa y ausencia de herramientas digitales integradas.