El viernes 3 de septiembre se llevó a cabo el quinto encuentro del Ciclo de Conferencias 2021 organizado por la Dirección de la Mujer y Asuntos de Género. La disertación estuvo a cargo de Eleonor Faur, Doctora en Ciencias Sociales, profesora en el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) e Investigadora del Centro de Investigaciones Sociales (CIS) del Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES) del CONICET, especializada en Políticas Públicas, Género y Derechos Humanos con énfasis en Políticas de cuidado y Educación Sexual Integral
La especialista comenzó su conferencia remarcando que las tareas de cuidado no solo son una actividad esencial para el bienestar humano, sino una categoría analítica que permite ver cómo están organizadas las sociedades. Señaló que la centralidad de los cuidados en la agenda se basa en que ninguna persona puede sobrevivir sin ser cuidada, aún cuando las necesidades no son iguales a lo largo de nuestra vida. Hay grupos que los demandan más: las infancias, las personas mayores, sobre todo las que tienen limitación para las actividades de la vida diaria y personas con discapacidades que no puedan hacer ciertas actividades de manera independiente. Sin embargo, destacó que quienes parecemos autónomos también necesitamos cuidados. De otro tipo y con otras particularidades, pero ninguna persona puede prescindir de ellos.
En este sentido, señaló que en el campo de las ciencias sociales ha surgido una mirada sobre lazos sociales y vínculos entre las personas que busca complementar la mirada arraigada desde el iluminismo y la revolución industrial, que nos ha educado en una visión que supone que el bienestar se asocia con ingresos, recursos monetarios, pero no con el cuidado. Destacó que el cuidado como categoría analítica de las relaciones sociales muestra patrones de desigualdad social, tanto en términos de género como en otras variables, y sobre todo en las relaciones de poder.
Por otro lado, en los últimos años comenzó a instalarse la noción del cuidado como un derecho. El derecho a cuidar, a ser cuidado y al auto cuidado. Se empezó a considerar desde el punto de vista social, económico y político. Para poder generar el sostenimiento de la vida necesitamos de la red de cuidados. Destacó la importancia de derrumbar la idea de que las mujeres son las más aptas para los cuidados. "Cuidar es un aprendizaje, no tiene nada que ver con la biología, altruismo ni disposición moral superior" señaló Faur.
Desde la perspectiva de la Economía del cuidado se señaló que la invisibilización de la importancia económica del cuidado tiene que ver con un imaginario de género. Que estemos imbuidxs de patrones de género y sus valores impidió ver que todo eso que desarrollaban las mujeres tiene un valor económico. Analizar el cuidado desde esta perspectiva es también mostrar que no podría haber ningún sistema económico sin sistemas de cuidado. Pero la feminización del cuidado y el trabajo no remunerado se asienta en una romantización de esa tarea: "qué amorosas las mujeres, siempre dispuestas y nada tiene más prioridad para ellas". Se les ofrecía ese lugar complementario en la sociedad, como recompensa.
También esta mirada supone que las mujeres que están en el hogar no trabajan. A pesar de estar cada vez más vinculadas en el mundo laboral, siguen siendo las primeras responsables del cuidado. Por eso se habla de doble y triple jornada laboral (se dice triple cuando se suman trabajos comunitarios de cuidado o militancia social). Sobre la incidencia de los cuidados a nivel macro-social, indicó que el 76% de las horas destinadas al cuidado las realizan las mujeres. Estos datos provienen de una encuesta que mide cómo usamos el tiempo las personas de acuerdo a nuestras inscripciones sociales.
En las últimas décadas, las transformaciones sociales, familiares, demográficas han sido enormes. Hay más incidencia de separaciones y divorcios, hogares encabezados por mujeres, parejas de mismo género, hogares extendidos, etc. Por otra parte, ha habido un mayor enriquecimiento poblacional, que trae más demanda de cuidados, junto a las transformaciones socioeconómicas. Son pocos los hogares que se mantienen con un solo ingreso; cae esa figura del varón proveedor; y son pocas las mujeres que no quieren participar en el ámbito laboral. Muchas mutaciones que hacen que el modelo de cuidado tradicional ya no tenga tanto arraigo en la vida social actual.
Desde la academia lo que se busca es brindar evidencias para la construcción de políticas públicas de cuidado. Registrar cómo viven las mujeres, cuáles son sus experiencias dentro y fuera del hogar. Evidencias que caractericen la carga y distribución del trabajo, pero también hay investigaciones cualitativas que muestran cómo se organizan las tareas, cómo se toman las decisiones, entre otras cuestiones.
Respecto de la provisión de cuidados mencionó el modelo del diamante, que indica que son cuatro las instituciones que interactúan en el ámbito de los cuidados: el Estado, el mercado, las comunidades y familias. El Estado no solo provee, sino que regula de qué manera se van a proveer y por eso es fundamental. Señaló que las personas desarrollamos nuestras estrategias de vida en función de las estructuras que nos contienen. Nuestras biografías están ancladas en contextos históricos y están enmarcadas en la posibilidad que nos ofrecen las políticas públicas, más allá de lo dispuesto a nivel personal, que también está atravesado por las diferencias de género, de clase, territoriales, étnicas, etc.
La Dra. Faur concluyó que en esta organización donde se ha naturalizado el trabajo remunerado de las mujeres, pero todavía no se ha resuelto la cuestión de cuidados, parece que se ha pasado de pensar a las mujeres como amas de casa para pensarlas como malabaristas, que pueden hacer todo en sintonía, afectando su propio bienestar y la igualdad de género.
Por último, hubo un espacio para preguntas y comentarios de las personas que asistieron al encuentro, en el cual la especialista mencionó que fue parte de la Comisión Redactora del anteproyecto de ley para crear un Sistema Integral de Cuidados con perspectiva de género para nuestro país, que tomó como antecedente las Conferencias de la CEPAL que profundizaron sobre el tema y la experiencia de Uruguay en las políticas de cuidado, entre otros, y contó con la participación de más de mil actores sociales en las instancias consultivas de elaboración del borrador del anteproyecto