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Rafael Antonio Bielsa

Viernes 12 Noviembre 2004
Discurso del Sr. Canciller Rafael Antonio Bielsa
Presentación Guía del Exportador
Nuevas oportunidades comerciales para el libro argentino

Señoras y señores
Estimados amigos

Muchas gracias por acompañarnos en esta iniciativa orientada a abrir nuevas oportunidades para el libro argentino, que implica abrir nuevas oportunidades para la difusión de nuestra cultura y, a la vez, generar puestos de trabajo.

Desde el inicio de nuestra gestión al frente de la Cancillería, una de nuestras prioridades consiste en detectar y crear oportunidades de negocios para nuestros exportadores. ¿ Por qué? Porque entendemos que exportar significa crear trabajo, objetivo central en nuestros esfuerzos por ubicar a nuestro país en el contexto internacional, desde el progreso y desde el desarrollo.

Con tal propósito, hemos diseñado una política comercial basada en el concepto de integración productiva, es decir, en la interacción inteligente con aquellos países cuyas economías presentan complementación comercial con la nuestra. Esa política se instrumenta, básicamente, a través de dos tipos de acciones articuladas entre sí:

las negociaciones comerciales, destinadas a favorecer la apertura de nuevos mercados para los productos argentinos; y

la gestión de mercados y la inteligencia comercial, orientadas hacia un aprovechamiento efectivo de esas nuevas oportunidades para todos los sectores productivos.

La Fundación Export.Ar desempeña un rol central en el desarrollo de esta política y en la coordinación de las acciones conjuntas con el sector privado, que exige la gestión tal como ha sido planteada por el gobierno del Presidente Néstor Kirchner.

Señoras y señores

La iniciativa que hoy nos convoca -la presentación formal de la Guía de Nuevas Oportunidades Comerciales para el Libro Argentino- se inscribe en ese marco de acciones de inteligencia comercial y gestión de mercados que mencioné anteriormente.

El objetivo de esta Guía es mantener informados a nuestros empresarios sobre la situación del comercio internacional del libro y de los productos impresos en general, así como sobre la evolución de las ventas argentinas en el rubro y el comportamiento de los principales mercados.

América Latina en general, y la Argentina en particular, atesoran una extensa y rica tradición editorial. ¿Podríamos decir que esa historia comenzó en 1540, con la llegada de la primera imprenta a suelo americano? Sí, por supuesto que sí, pero deberíamos agregar que se trata de una historia que también ayuda a explicar el nacimiento mismo de nuestras sociedades como repúblicas independientes. ¿O podríamos olvidarnos acaso del rol que jugaron aquellos viejos editores de libros y periódicos cuando -hace ya casi doscientos años- conquistamos, con vigor y visión estratégica, nuestra independencia?

Amigos

Durante la última década, al observar la rápida propagación de lo que hemos dado en denominar "soportes informáticos", no han sido pocos los analistas que profetizaron la "muerte" del libro y de los impresos en papel en general. Sin embargo, contra todos los diagnósticos terminales y los presagios agoreros, el mercado editorial se muestra en franco crecimiento, no sólo en los países desarrollados sino también en algunas naciones del mundo emergente.

Las estadísticas que se publican en la Guía que hoy presentamos resultan, en tal sentido, elocuentes. Mencionaré algunos ejemplos:

Durante el año 2003, las importaciones mundiales de productos editoriales crecieron un 16,5%, con operaciones que superaron los 20.000 millones de dólares.

En lo que se refiere a libros propiamente dichos, las compras mundiales se incrementaron un 9,56%, con operaciones cercanas a los 10.000 millones de dólares.

La República Argentina se encuentra entre los cuatro principales exportadores de productos editoriales de los países de habla hispana, precedida por España, México y Colombia.

El valor de nuestras exportaciones de productos editoriales se ha consolidado, durante los últimos seis años, en cifras superiores a los 35 millones de dólares.

Entre los principales mercados de exportación para los productos editoriales argentinos (que en el año 2003 se orientaron hacia 92 destinos en todo el mundo) se destacan México, Chile, Brasil, Uruguay y España.

Argentina es el segundo proveedor sudamericano de Estados Unidos que es, a su vez, el primer importador mundial de productos editoriales. Las oportunidades que ofrece ese mercado resultan altamente atractivas, dado el constante crecimiento de la población hispano parlante.

Finalizo esta enumeración de ejemplos, limitada como toda selección, destacando que nuestro país es el principal proveedor latinoamericano de España, un mercado de 34 millones de potenciales consumidores de libros. En síntesis, las estadísticas y cifras citadas en esta nueva Guía nos indican que el mercado internacional ofrece nuevas e interesantes oportunidades de negocios para la industria editorial argentina. El libro goza de buena salud, ha logrado vencer los malos augurios y, en el contexto de las paradojas de este mundo en permanente transición, se ha posicionado como la opción siempre presente -y hasta el momento, preferida- para los consumidores de literatura, ciencia, educación, arte y entretenimientos del mundo entero.

Señoras y señores:

Como estamos hoy entre hacedores y lectores de libros, me permitiré -antes de finalizar mi intervención- efectuar algunas digresiones que, en este contexto, no sé si son tales. Ustedes dirán.

Me parece oportuno recordar que fue una editorial argentina la que publicó por primera vez "Cien años de soledad", la gran novela que hizo famoso a quien luego obtuviera el premio Nobel de Literatura, el colombiano Gabriel García Márquez.

Fue también una editorial argentina y dos compiladores argentinos, dos grandes escritores de nuestra lengua, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, quienes difundieron lo mejor de la literatura policial mundial entre los lectores hispano parlantes. Evoco aquí los recordados títulos -"El cartero llama dos veces", "Cuenta Pendiente", "Los que aman, odian", entre tantos otros- de El Séptimo Círculo, un éxito de la industria editorial de nuestro país. Un éxito que, cabe destacar, fue relanzado el año pasado, compartiendo aquella famosa aseveración de Borges y Bioy Casares a poco de presentar la serie original: "Paradójicamente, los detractores más implacables de las novelas policiales suelen ser aquellas personas que más se deleitan con su lectura. Ello se debe, quizás, a un inconfesado prejuicio puritano: considerar que un acto puramente agradable no puede ser meritorio"

Y me resisto a concluir mis digresiones sin referirme a un intelectual -también argentino- que reflexiona sobre la historia, ya no de los libros sino de la lectura misma. Estoy pensando en Alberto Manguel.

En su "Historia de la Lectura", Manguel nos recuerda que vivimos en una cultura de la palabra escrita, parte esencial del ser humano. También nos hace tomar conciencia de las pasiones que un libro puede despertar en el lector, sin caer necesariamente en los excesos del Conde Libri (cuyo nombre completo era Guglielmo Bruto Icilio Timoleone, conde Libri-Carucci della Sommaia), uno de los más consumados ladrones de libros de todos los tiempos, cuya azarosa trayectoria nos indica que "para algunos lectores las leyes de la propiedad sobre los libros resultan más difíciles de respetar que las leyes de la fidelidad en el amor".

¿Cómo no comprender la dimensión de las pasiones a que me he referido si por un momento nos olvidamos de las urgencias cotidianas y reflexionamos sobre la lectura en los términos de Manguel?: "El acto de leer establece una relación íntima, física, en la que participan todos los sentidos: los ojos que extraen las palabras de la página, los oídos que se hacen eco de los sonidos leídos, la nariz que aspira el aroma familiar de papel, goma, tinta, cartón o cuero, el tacto que advierte la aspereza o suavidad de la página, la flexibilidad o dureza de la encuadernación; incluso el gusto, en ocasiones, cuando el lector se lleva los dedos a la lengua (que es como el asesino envenena a sus víctimas en El Nombre de la Rosa)."

Señoras y señores

Mis digresiones podrían continuar pero no quiero abusar de vuestro tiempo y de vuestra paciencia.

Confío en que las herramientas que la Fundación Export.Ar ofrece hoy facilitarán la tarea de los productores y exportadores vinculados con la industria editorial argentina, que procuran ampliar y diversificar sus mercados, para multiplicar sus ventas y sumarse así al nuevo proyecto de país que propugnamos.

Muchas gracias.