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Rafael Antonio Bielsa

Lunes 24 Enero 2005
Discurso del Sr. Canciller Rafael Antonio Bielsa
Organización de las Naciones Unidas
Acto conmemorativo del 60° Aniversario de la Liberación de Auschwitz "Todo está guardado en la memoria de todos" Discurso del Canciller Rafael Bielsa, pronunciado por el embajador César Mayoral

La memoria ordena el séquito de la verdad. La memoria sigue a la verdad a pocos pasos de distancia, y es más paciente -incluso- que los memoriosos, a quienes a veces no es la verdad lo que más los obsesiona. Se rige por otras leyes, lee los enigmas del agua, sólo es espontánea cuando habla con la verdad en la intimidad, pensando en el tribunal que juzgará el pasado y el futuro.

El 27 de enero de 1945 la vanguardia de la Armada roja descubre por azar Auschwitz. Encuentran allí algunos millares de sobrevivientes que los nazis habían abandonado porque no estaban en condiciones de caminar. La guerra continuaba, y los deportados aptos para trabajar habían sido transferidos a mitad de enero hacia otros campos, alineados en las denominadas "marchas de la muerte".

Primo Levi, referencia faro de Auschwitz y del Holocausto, redacta junto con su amigo Leonardo Debenedetti, por pedido del comandante ruso del campo de "reagrupamiento" Katowice, una matriz del saber sobre la muerte, del taylorismo aplicado al exterminio. Así nace el "Informe sobre la organización higiénico-sanitaria del campo de concentración para judíos de Monowitz".

El título administrativo no alcanza a esconder el pánico, la escritura científica no enceguece la voz del horror, porque luego la verdad hará comprensibles las palabras. Apenas llegados a Monowitz, dicen Levi y Debenedetti, campo de concentración destinado a la producción a gran escala de caucho y de esencias sintéticas, los prisioneros son conducidos a un pabellón de desinfección donde se los rapa y somete a una depilación completa y minuciosa. Luego son llevados a la sala de ducha donde deben permanecer encerrados hasta la mañana siguiente.

Todos esos hombres, fatigados, famélicos, sedientos, extenuados, atónitos por lo que habían visto e inquietos por su futuro inmediato y por la suerte de las personas queridas de las que venían de ser brutalmente separados algunas horas antes, con el alma atormentada por oscuros y trágicos presentimientos, esos hombres debían pasar la noche parados, con sus pies en el agua. A las seis de la mañana se los frota con una solución higiénica y se los somete a una ducha caliente. Inmediatamente, son movilizados a otra sala, caminando descalzos por sobre la nieve, con los cuerpos todavía húmedos.

Levi y Debenedetti explican qué debe entenderse por "limpieza" en el campo: cualquiera que entrase en un dormitorio por primera vez y lo recorriera con una mirada superficial, no vería que en las estructuras de las barracas, en las barras de sostén, en los cajones donde estaban los lechos, vivían millares de chinches y de pulgas que impedían dormir a los prisioneros.

Pero la memoria siempre escolta a la verdad, la mantiene en marcha, evita que se extravíe, que pierda la voz y enmudezca para siempre.

En setiembre de 1944, lo esencial del territorio nacional francés había sido liberado, pero existían más de dos millones de "ausentes", como los llamó el ministro Henri Frenay: prisioneros de guerra, y muy minoritariamente, deportados por formar parte de la resistencia o "raciales", como se denominaba en la época a los judíos. Jorge Videla, el jefe del golpe de estado que a partir de 1976 desoló a la Argentina, también era afecto a los juegos de palabras. Cuando un periodista le preguntó qué le podía informar sobre los miles de secuestrados de los que comenzaba a hablarse en el extranjero, repuso que no estaban ni vivos ni muertos; eran sencillamente "desaparecidos".

Es con el proceso "Eichmann", en 1961, ese "Nuremberg del pueblo judío", como lo denominó Ben Gourion, que emerge en la opinión pública la verdad del genocidio, y posteriormente su conciencia. La memoria, puesta a un costado, se ajusta a la verdad.

Pero todavía Auschwitz no designa "mediáticamente", para usar un término actual, la "solución final". En 1967, durante la inauguración de un monumento a propósito de Auschwitz, el primer ministro Cyrankiewicz (veterano del campo), menciona entre los asesinados a los eslavos, polacos y de todos los países de Europa, pero no a los judíos.

El pabellón francés inaugurado en 1978 lleva el lema "el martirio y la resistencia del pueblo francés".

Las palabras definitivas las pronuncia recién en 1995 Jacques Chirac, un 16 de julio, cuando dice que Francia tiene respecto de los que no volvieron de Auschwitz, una deuda imprescriptible. El mismo Chirac que el próximo 27 de enero, cuando se cumplan los 60 años del encuentro por parte de la Armada rusa del campo de exterminio de Auschwitz, inaugurará una nueva exposición del pabellón francés en el que la responsabilidad del régimen de Vichy y Auschwitz, como lugar y figura de la Shoah, serán reconocidos como argumentos centrales en la actual reflexión sobre la segunda guerra mundial. Memoria y verdad.

La voluntad de recordar es la escultora del destino. Durante los primeros tiempos de la ocupación nazi en Francia, Beatriz Reinach monta a caballo todas las mañanas en los bosques de Boulogne, junto con oficiales alemanes. Es la hija del último de los Camondo, el Conde Moïse de Camondo, eslabón final de una ilustre familia de banqueros levantinos instalados en Francia al fin del Segundo Imperio. Es la hermana de Nissim de Camondo, héroe de la Primera Guerra Mundial, muerto por Francia en 1917. Más israelita que judía, segura de sí misma y protegida por la sombra de su hermano mártir, trota a caballo disimulando entre sus ropas de amazona la estrella amarilla que obliga a llevar el Estatuto de los Judíos. Tal vez creyera que llegado el caso el Mariscal Pétain la preservaría otorgándole el certificado de "Ario de honor", con el que se salvarían algunos judíos notables como ella.

Durante las últimas semanas de 1942 es arrestada por no llevar la estrella amarilla. En 1943 es internada en el campo de Drancy. En noviembre es deportada a Auschwitz. En 1945, cuando el campo es liberado, ella no figura entre los sobrevivientes.

Memoria, voluntad y verdad confluyen en el 27 de enero de 2005, 60° aniversario del hallazgo de Auschwitz.

Hay un insondable aforismo de Kafka en el que habla del pasado y del futuro como rivales del presente. El presente, dice Kafka, es acosado desde el origen por el pasado, y lucha contra el futuro, que le frena el paso hacia adelante. Pero no solamente están allí los dos rivales, el pasado y el futuro, sino que también está él mismo, el presente, y ¿quién conoce, a decir verdad, sus intenciones? Sea como fuere, el sueño del presente es que un día, en un momento de distracción -de lo cual forma parte, no obstante, una noche tan obscura como no la ha habido nunca-, él se salga de un salto de la línea de combate y, por su experiencia en combates, sea elevado al rango de juez que decide sobre pasado y futuro, los dos rivales enfrentados.

Ese día ha llegado. Ese día es hoy.