Inicio / Noticias / Discursos

Rafael Antonio Bielsa

Jueves 15 Abril 2004
Discurso del Sr. Canciller Rafael Antonio Bielsa
Foro Argentina-México: vision y perspectivas
Discurso de apertura

Señor secretario de Relaciones Exteriores de México; autoridades y representantes oficiales; amigas y amigos mexicanos y argentinos:

Es muy grato para mí inaugurar estas jornadas de análisis, reflexión y debate sobre las perspectivas de la relación entre la Argentina y México, las que seguramente se verán enriquecidas en virtud de la diversidad de saberes y visiones que aportará este foro.

La naturaleza de esta convocatoria, así como la relevancia de los temas que se analizarán, resulta realmente significativa puesto que apunta a generar un espacio de diálogo plural que nos permita aprender de nuestras experiencias, rescatar coincidencias y delinear una mayor cooperación futura, a partir del compromiso conjunto de nuestros gobiernos y nuestras sociedades.

Quisiera enfatizar, entonces, que el hecho de haber reunido a personalidades del mundo empresarial, académico y cultural -además de los representantes oficiales que nos acompañan hoy- señala una concepción innovadora de la cooperación, fundada en la energía conjunta de todos los sectores.

A lo largo de estos dos días de trabajo, vamos a dedicar una atención especial al análisis de los bloques económicos y de las relaciones comerciales, pero también hemos querido dar un lugar protagónico a la dimensión cultural de nuestra relación. Y digo cultural en el sentido más abarcador del término, en el que incluyo las raíces históricas, las herencias comunes y el idioma, así como el permanente y fructífero intercambio de las letras, el cine, la pintura, la música, y demás expresiones que hemos ido desarrollando.

Los nombres de María Félix y Cantinflas, Juan Rulfo y Octavio Paz, Diego Rivera y Frida Kahlo, Chavela Vargas y Agustín Lara -por citar sólo algunos- trascienden las fronteras y forman parte de un acervo común que hoy podemos ostentar con un profundo orgullo.

Esta extensa trayectoria de intercambios -muchas veces impulsada por la iniciativa de las industrias culturales, otras orientada por la decisión de los gobiernos de promover el diálogo- siempre ha estado afirmada en el reconocimiento que nuestros pueblos se confieren.

Y si hablamos de reconocimiento mutuo, no podemos dejar de recordar el abrigo y la solidaridad que México brindó a aquellos argentinos y argentinas que debieron exiliarse durante la última dictadura militar. La gratitud de nuestro país hacia los mexicanos trasciende los casos personales y los lazos de las familias que llegaron a México ya constituidas, que crecieron con hijos mexicanos o que se formaron allí, cimentando un camino invisible de ida y vuelta entre ambas naciones.

Pero, a pesar del indeleble dolor que nos produce lo ocurrido en aquellos años oscuros y siniestros, sabemos que la memoria ilumina y que la acción la rescata. La acción, nos recuerda Hannah Arendt, crea la condición para el recuerdo y nos permite avanzar en la historia.

Y enfatizo esto porque así como México ha sido solidario con el pueblo argentino en la tragedia, hoy miramos juntos el futuro comprometidos en los desafíos. Uno de ellos es, precisamente, el de profundizar esquemas de integración regional que nos permitan impulsar el crecimiento económico con equidad social, mejorando la calidad de nuestras democracias. Seguramente, los temas que se discutirán aquí contribuirán a concretar mejor estos propósitos.

Como ustedes sabrán, la República Argentina propicia la integración con los países de la región como uno de sus principales objetivos de política exterior. Y si bien una visión superficial podría justificar la conveniencia del conjunto sólo por la cercanía geográfica, la historia de profunda amistad que nos une tan estrechamente a México demuestra que las proverbiales distancias de nuestra América no constituyen un obstáculo. No lo fueron en tiempos de travesías por mar y tierra y de palabras sobre papel, y mucho menos lo son ahora, en estos tiempos de vértigo tecnológico.

También es dable señalar la existencia de una importante comunión de principios entre la Argentina y México en el plano de la política exterior. En particular, deseo enfatizar la defensa activa del multilateralismo y de la resolución pacífica de los conflictos, con estricto apego al derecho internacional. En ese sentido, la Argentina reconoce especialmente la posición que México adoptó ante la crisis de Irak.

En consonancia con este modo de concebir la política internacional, ambos países sostenemos la necesidad de fortalecer a la organización de las Naciones Unidas para dotarla de mayor efectividad y de promover una mayor equidad en el plano del comercio mundial.

Esa postura ha quedado demostrada, por ejemplo, en la actitud que asumimos junto a otros países del G-20 en la Quinta Conferencia Ministerial de la OMC realizada en Cancún, donde bregamos por la constitución de un sistema mundial de comercio abierto, sin subsidios ni barreras que obstaculicen a los países en desarrollo la posibilidad de generar ingresos.

Nuestras coincidencias se vieron expresadas, además, en la Conferencia Especial sobre Seguridad Hemisférica celebrada en México durante el 2003, donde se pusieron de manifiesto las virtudes de los ámbitos multilaterales como espacios aptos para analizar las circunstancias y problemáticas de sus diversos miembros. En ese marco, advertimos cómo el concepto de seguridad tradicionalmente restringido a la defensa ha dado paso a una percepción multidimensional, que abarca aspectos referidos a la pobreza, a la enfermedad, a los problemas del desarrollo y a otros tantos que podemos asociar directamente con la afirmación de los derechos humanos.

México posee, asimismo, una vasta tradición de cooperación y búsqueda de consensos que se ha manifestado en situaciones difíciles que transitaron diversos países de nuestra región. Precisamente, el presidente Vicente Fox hizo gala de aquella tradición en su visita a la Argentina de julio de 2002, al ofrecer sus buenos oficios ante los organismos internacionales en un momento en que atravesábamos una muy dura instancia en las negociaciones de la deuda externa.

Estimados amigos,

No quiero terminar este mensaje sin expresar un sincero agradecimiento a México por la calidad intelectual de las representaciones diplomáticas con que históricamente ha honrado a nuestro país. Y deseo mencionar, como ejemplo, a ese destacado miembro del Servicio Exterior mexicano y maestro de escritores que fue Alfonso Reyes.

Dos veces embajador en Buenos Aires a fines de los años veinte y a mediados de los años treinta, visionario de la potencialidad del intercambio comercial entre nuestros países y protector de perseguidos políticos que ya entonces hallaban en México refugio, Reyes fue también una personalidad convocante para las personalidades de la cultura que lo visitaban asiduamente en la Embajada de la calle Posadas.

Si bien Reyes no pudo ver materializado su propósito de lograr un amplio intercambio comercial entre nuestros países tal como lo había soñado, prefiguró un proyecto que hoy, nosotros, estamos llamados a realizar a través de una mayor cooperación binacional.

Para finalizar, entonces, deseo compartir con ustedes los primeros versos de un poema que Jorge Luis Borges dedicara a su amigo:

El vago azar o las precisas leyes
que rigen este sueño, el universo,
me permitieron compartir un terso
trecho del curso con alfonso reyes.

Supo bien aquel arte que ninguno
supo del todo, ni simbad ni ulises,
que es pasar de un país a otros países
y estar íntegramente en cada uno.

Muchas gracias.