Para el pueblo argentino y para mi gobierno, es un motivo de gran satisfacción, darle la bienvenida al Sr. Presidente de la República Federativa del Brasil a la República Argentina.
Los argentinos lo recibimos como a un amigo y deseamos transmitirle todo el afecto que Brasil y su gobierno han sabido despertar en nosotros.
Hace cien años nuestros países cerraron todas sus disputas fronterizas. Hace cien años se dieron las condiciones de paz y amistad para que nuestras Naciones comenzaran a integrarse.
En los siguientes ochenta años, numerosos esfuerzos se realizaron para concretar esta ambición común: desde los acercamientos protagonizados por Perón y Vargas hasta los de Frondizi y Quadros. Sin embargo la historia, de alguna u otra manera, dejaba inconclusa nuestra vocación integradora.
Pero hace 20 años, argentinos y brasileños decidimos en Foz de Iguazú encarar un camino y una meta común, basados en una comunidad de valores esenciales e irrenunciables: la plena vigencia del sistema democrático, la defensa irrestricta de los derechos humanos, la vocación de integración con nuestros países hermanos.
Hoy nuestros países conforman una asociación estratégica, forjada y perfeccionada desde la existencia de una comunión de principios y de objetivos que solo podremos alcanzar conjuntamente.
Este vínculo nos genera la responsabilidad de creer y ser creíbles y de confiar y ser confiables, trazando un destino común, e intercambiando visiones sobre la forma de construir ese destino.
Porque juntos constituimos una fuerza de potencialidad inédita.
La historia ha permitido que nos encontremos ante un desafío y oportunidad: el de construir un espacio económico social y cultural integrado desde el cual le hablaremos al mundo.
Nuestra responsabilidad, señor Presidente, es la de diseñar nuestro sendero común para los próximos veinte años, contemplando nuestras mismas aspiraciones, que apuntan a generar igualdad de oportunidades para el acceso a la educación, a la alimentación, a la salud, y al trabajo, y a concretar el deseo de mejorar la distribución del ingreso para neutralizar inaceptables niveles de pobreza.
Tenemos la vocación, la voluntad y la convicción de hacer de ese ideario una realidad para nuestros pueblos.
Estamos convencidos que el camino para el desarrollo integral es seguramente más corto si lo recorremos juntos.
Sr. Presidente,
El mundo hoy rescata nuestra asociación como un modelo a ser seguido por todas las naciones que buscan la paz y el logro de sus objetivos a través de la colaboración, la cooperación y la integración con sus vecinos.