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Jorge Enrique Taiana

Miércoles 30 Septiembre 2009
Discurso del Sr. Canciller Jorge Enrique Taiana
PALABRAS DEL SR MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES, COMERCIO INTERNACIONAL Y CULTO, LIC. JORGE TAIANA, EN OCASIÓN DE LA CELEBRACIÓN DEL DIA DEL DIPLOMÁTICO

Señoras y Señores:

Como cada año, nos toca una vez reunirnos en conmemoración del Día del Diplomático.

Se trata de una ocasión especial para los funcionarios del cuerpo permanente del servicio exterior que como canciller tengo especial satisfacción en señalar y subrayar.

Este encuentro me ofrece además la posibilidad de compartir con ustedes algunas reflexiones que tienen que ver con la profesión que han elegido y que ejercen cada día, aquí en la cancilleria o en cualquiera de las sedes diplomáticas y consulares en el exterior, pero que por sobre todo se vinculan con algo que enmarca todo esto, y que no es otra cosa que el momento que nos toca vivir como país, en el escenario internacional.

Recodar el Día del Diplomático nos ofrece una oportunidad ideal para tratar de entender lo que sucede en el mundo y a partir de allí que es lo que podemos hacer desde la cancilleria para sacar el mejor provecho posible de la situación internacional, para influirla si es posible, para hacerla más acorde, más funcional al bienestar de cada uno de los argentinos de a pie, que al fin y al cabo es aquello que justifica y da real sentido a nuestro trabajo.

Ayer tuve la oportunidad de participar en una actividad académica organizada por el APSEN que precisamente enfocaba en esta importante cuestión, esto es, el papel de las Cancillerías y por extensión de los diplomáticos en el siglo XXI.

Una de las cosas que señalé, es que en mi opinión, en un mundo como el que vivimos, de interdependencias complejas y constantes, de reclamos y demandas tanto de nuestra propia sociedad como de otros países y regiones, se requiere de un funcionario diplomático cada vez más formado y lúcido, capaz de entender y de transmitir la amplitud de los desafíos que se plantean y al mismo tiempo proponer respuestas y soluciones, asesorando a la autoridad política con conocimiento, lealtad y solidez profesional.

Recordé además, que es imprescindible que el funcionario sepa y sea capaz de interactuar positiva y constructivamente con todas las instancias del Gobierno nacional, los Gobiernos provinciales y municipales, así como los otros poderes del Estado en el tratamiento de las cuestiones internacionales que hoy por hoy desbordan el ámbito estricto de las Cancillerías.

Todo ello merece nuestra reflexión.

Este año, además, nos encontramos con el feliz antecedente de haber tenido por primera vez en la historia de la cancilleria un encuentro de todos los embajadores y jefes de representaciones argentinas convocado por la Señora Presidenta de la Nación.

Colmamos así una brecha, un déficit que teníamos como institución, de reflexionar conjuntamente y de ver como –según el título convocante- identificábamos nuevos mercados para la producción argentina.

Aquellas jornadas de marzo de este año fueron, según creo, una experiencia útil que esperamos repetir.

En todo caso muestran el convencimiento que desde el gobierno nacional existe acerca de la necesidad de trabajar conjuntamente, Cancillería y otros Ministerios y agencias estatales en este escenario internacional en el cual la puja por los mercados requiere coordinación y rápida respuesta.

La Argentina se hace cada vez más presente en este escenario de tantos desafíos.

Se hace presente sin sobreactuaciones ni estridencias, marcando con claridad sus principios y acompañando con sus acciones las convicciones que nos animan.

Permítanme mencionar algunos ejemplos.

Empezaré, acaso por la facilidad que otorga la cercanía de los hechos en el tiempo, recordando nuestra acción en el seno del G-20.

Allí se esta gestando una nueva dinámica de toma de decisiones a nivel internacional, como lo demuestran los distintos esquemas grupales que la nueva situación internacional ha generado,

Entre los distintos “ges” con membresías variables, reales o figurados, el G-20 se ha consolidado y emerge como el ámbito más representativo y al mismo tiempo dotado de cierta ejecutividad.

Allí, conjuntamente con otros países de la región, procuramos alentar una visión inclusiva y equitativa del relacionamiento económico y comercial a nivel global.

Desde Washington en noviembre de 2008, pasando por Pittsburg hace apenas unos días, la Republica Argentina ha estado presente, señalando y recordando la necesidad absoluta de que la reformulación de las instancias financieras y de crédito internacional adopten un carácter igualitario y no discriminatorio.

Que la nueva normativa internacional que finalmente ha sido aceptada como una necesidad por todos los grandes actores financieros internacionales sea un cuerpo de aplicación equilibrado y sin diferencias según el nivel o el volumen de las economías.

Al mismo tiempo nuestra acción ha sido permanente en la promoción y la continuidad de las medidas de carácter anticíclico que la enorme crisis hacia necesarias.

Se trata de una instancia única y por la misma razón de una oportunidad histórica para la argentina de efectuar aportes concretos en un momento clave.

Quizás como pocas veces antes, aparezca cierta aquella frase algo trillada que dice que crisis es oportunidad.

En este caso, resulta claro que el abismo que se abrió hace poco más de un año, y que en los hechos había comenzado antes con la brusca contracción de los mercados y el agotamiento de las opciones de crédito, hizo patente a las grandes naciones industrializadas la necesidad de cooperar y de concertar con otras economías, algunas casi tan grandes o aun mayores que las de los países del G-8 y otras, como argentina y otros países de renta media, cuya presencia y aporte garantizan como señalara hace un instante una mayor representatividad global.

Hoy, el G-20, con el concurso de otros países invitados, está llamado a consensuar medidas de manejo de la crisis y relanzamiento de la economía mundial y allí esta presente la Argentina.

Mientras esto ocurre en el plano multilateral, la diplomacia presidencial, apoyada por la cancilleria argentina, sigue abriendo puertas para nuestro país.

Si tomamos como referencia nuestro ultimo encuentro, veremos que en lapso del ultimo año la señora presidenta ha realizado visitas de al norte de áfrica y a Rusia en los que hemos logrado plasmar acuerdos que fortalecen nuestros vínculos con países importantes y en los que de manera muy concreta avanzamos en la ampliación de mercados, tanto en los renglones tradicionales como en los de provisión de material de alta tecnología -nuclear sobre todo, pero no exclusivamente-.

Fue así en Argelia, Túnez, Libia.

Con Jordania, hace apenas unos días en nueva york acabamos de firmar un acuerdo en el ámbito de los usos pacíficos de la energía nuclear que esperamos redituara en nuevas exportaciones de altísimo valor agregado para la Argentina.

Esperamos continuar en esta senda, promoviendo las exportaciones no tradicionales y la proyección tecnológica argentina lo que dicho sea de paso, fue uno de los temas sustantivos que abordamos en la reunión de embajadores a principios de año.

En pocos días más estaremos junto a la Señora Presidenta en la India, profundizando esta idea de vincularnos con los grandes países del sur desde el ángulo del interés nacional.

Dicho esto, no olvidamos que la argentina crece y se proyecta a partir de su región, de Latinoamérica.

Latinoamérica exige también cada vez más atención y esfuerzo profesional de nuestra diplomacia.

Lo que hasta hace algunos años era un conjunto de países unidos por la lengua y la tradición, es hoy una densa trama de vinculación política y económica, urdida de manera laboriosa en diferentes plataformas, desde nuestro mercosur, o el Grupo de Río, hasta la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), cuya impronta en la escena política regional es indudable, tal y como lo prueban acontecimientos muy recientes como los referidos a la situación en Colombia.

La Argentina ha desempeñado allí un papel destacado y constructivo, sirviendo como ámbito de encuentro y de búsqueda de soluciones diplomáticas imaginativas y prácticas, que preserven la unidad de nuestro bloque y lo hagan crecer y fortalecerse más allá de las divergencias puntuales que inevitablemente han de surgir.

Este camino, que tuvo en Bariloche hace pocos días una muestra muy elocuente, nos esta llevando poco a poco hacia la celebración de la Cumbre Iberoamericana que estaremos organizando en poco más de un año.

Al mismo tiempo, hemos continuado y profundizado nuestros vínculos con los países vecinos, comenzando por brasil, con el que hemos dado importantes pasos a través de un original mecanismo bilateral de cooperación e integración establecido por los Presidentes Lula y Cristina Kirchner en 2007 y por el que mantenemos reuniones presidenciales regulares y monitoreamos el progreso de la relación merced a un sistema de gestores coordinado por ambas Cancillerías.

Una tarea igualmente innovadora y positiva tenemos con chile.

Hace pocos días en este mismo Palacio San Martín tuvimos una nueva reunión de ambos gabinetes ministeriales.

Multiplicamos las áreas de cooperación y hoy somos ejemplo internacional de integración en distintos ámbitos, comenzando por el campo de la defensa.

Como se puede ver, todos estos son escenarios en donde la diplomacia y los diplomáticos deben actuar de manera eficaz y constante.

En el ámbito interno, hemos procurado continuar con la mejora en la administración de la Cancillería, sus recursos humanos y su patrimonio.

Tal como lo anunciara en años anteriores, hemos comenzado el proceso de apertura de nuevas representaciones.

En septiembre del año pasado abrió su puertas la representación en Palestina, en diciembre de 2008 comenzó a operar el consulado en Mumbai y desde junio de 2009 la Argentina tiene una representación diplomática en Armenia.

Están muy avanzadas las gestiones para la apertura del consulado en Guangzhou y en las Islas Baleares, en España.

Nuestra intención es la de continuar esta tendencia, expandiendo la planta de representaciones diplomáticas y consulares con un criterio de servicio y siempre muy atentos a la expansión del comercio y las inversiones.

Apuntamos ciertamente a tener nuevas representaciones, pero también es necesario velar por el patrimonio de la Nación que nunca había sido preservado ni protegido.

Muchas embajadas y consulados, algunos de cuyos edificios son baluartes históricos o culturales, se encontraban en un estado ruinoso.

Comenzamos la silenciosa tarea de identificar prioridades y diseñar un plan realista y realizable.

Hoy, puedo decir que estamos avanzando con más de 27 obras en ejecución, y muchas más terminadas, en el marco de un plan que se extiende a los próximos cuatro años.

Ello nos ha permitido ya recuperar muchas sedes y mejorar el aspecto y la infraestructura de muchas más.

El año pasado me referí también a un ambicioso plan de reequipamiento informático, que a la fecha se ha completado en un 85%, y que nos permitió reemplazar material obsoleto que databa de la primera informatización de la Cancilleria hace casi veinte años.

Además, recuperamos las viejas computadoras y las hemos donado al Ministerio de Educación para su utilización en el plan educar.

Instrumentamos el nuevo pasaporte diplomático y oficial, incorporando los estándares de la OACI, lo que nos permitió discontinuar un sistema de credenciales poco seguras que hacían que debiéramos desplazarnos por el mundo con un documento decimonónico.

Iniciamos también la puesta en marcha del Sistema Informático Integral Consular (SIIC) que estimamos se encontrará en funcionamiento para 25 consulados.

Completamos la incorporación del sistema de recursos humanos SARHA, que mejora sustancialmente la eficacia en la gestión del capital humano del Ministerio.

En el curso de nuestra gestión hemos regularizado aspectos de gran importancia para el desarrollo de la carrera, como son las promociones y los traslados.

Hoy, la noticia es que esto no es más noticia.

El sistema funciona regularmente y sin sobresaltos, lejos de las angustias e interrupciones del pasado, que tantos sinsabores y problemas acarreara tanto a los funcionarios como a las sucesivas autoridades del ministerio.

Señoras y señores, colegas y amigos: Al terminar quisiera volver por un instante a algunas de las ideas que esbocé al inicio.

Tenemos una importante e irrenunciable misión que cumplir.

Representar dignamente a la Nación Argentina y a su pueblo, y defender el interés nacional, es mucho más que una función burocrática, es un alto honor que cabe a los diplomáticos que han jurado lealtad a la Constitución Nacional.

Ello puede no siempre ser tarea fácil.

A veces, como sucede estos días en Honduras, representar a la Nación Argentina impone dificultades, sinsabores y hasta peligros.

El caso de Honduras es paradigmático.

Allí, la Argentina se ha pronunciado, junto a los demás países del hemisferio, de modo categórico en defensa del estado de derecho y de la democracia.

Nuestros funcionarios allí destacados han tenido que defender esa posición con profesionalismo y con determinación, enfrentando no pocas dificultades, y es bueno que hoy, desde la comodidad de este salón, los tengamos presentes.

Ayer mencionaba en el Auditorio Manuel Belgrano que el servicio exterior, no puede ser anómico, no puede actuar sin apego a los valores de la democracia y la defensa de las libertades fundamentales, que deben ser siempre una guía, una referencia permanente para el cuerpo permanente del servicio exterior.

En el Día del Diplomático, los invito a celebrar este privilegio de trabajar cada día en defensa de los intereses de la patria.

Muchas Gracias