Señor Intendente del Municipio de Morón; Señores
Intendentes, Alcaldes y Prefectos del Mercosur; Vecinos;
Señoras y Señores.
Querría aprovechar esta duodécima reunión anual de la Red de Mercociudades para transmitir algunas reflexiones en torno al proceso de integración y al rol que en él desempeñan las instancias locales de gobierno.
El título de la convocatoria que nos reúne habla de inclusión, protagonismo, identidad y equidad. Es una señal muy fuerte acerca del universo de valores que la inspira. No es una reunión administrativa o burocrática. Tampoco una ocasión formal para ratificar la vigencia deuna institución.
Qué mejor que este lema para definir con claridad los objetivos de esta Red, que ya lleva doce años de trabajo por la inserción de los municipios en el proceso de integración regional, en nuestro MERCOSUR, ese que construimos día a día, que constituye nuestra plataforma de inserción en el mundo, nuestro marco de acción, nuestro barrio.
Qué mejor que una red que ya engloba a casi doscientas ciudades del Mercosur ampliado para ayudarnos en nuestro objetivo de crecer con identidad.
Para las ciudades, el Mercosur es un proyecto político que trasciende los destinos nacionales y hunde sus raíces en la sociedad, en la diversidad cultural, y fundamentalmente, en la pluralidad de actores que conviven en el mismo espacio regional. Esta perspectiva coincide con el enfoque impulsado por otros actores del proceso de integración, como los sindicatos, las universidades, las cooperativas, las organizaciones no gubernamentales y la propia ciudadanía.
Porque la integración es un objetivo claramente loable. Integrarnos favorece nuestro desarrollo; nos hace más fuertes y más competitivos, más capaces de insertarnos en
el mundo globalizado.
Después de muchos intentos fallidos, hemos sido capaces de aprender de nuestros errores. Las crisis, las desigualdades y las injusticias que han generado años y años
de proyectos individuales – cuando no competitivos – nos han mostrado que ese no es el camino, que los resultados que alcanzamos actuando en forma autónoma son infinitamente escasos comparados con los que podemos obtener juntos.
Pero hemos aprendido también que no sirve cualquier integración. Que la integración es y debe ser una muestra de convivencia recíproca. Que debemos integrarnos a partir de la valoración de nuestras semejanzas y del respeto a nuestras diferencias.
Integración no es asimilación, ni imposición de unas ideas sobre otras. Integración es unión de diferentes culturas y convivencia de las mismas en igualdad y tolerancia.
Integración es pluralismo cultural. Es aprovechamiento de los aportes de todos para la construcción de una identidad común. Es contacto y comunicación entre todos, sin que la unión nos haga perder de vista nuestra identidad ni la necesaria defensa de nuestros intereses.
Ni la apertura indiscriminada o el irrestricto imperio de las leyes del mercado, ni el aislamiento o la autosuficiencia son caminos transitables en el mundo de hoy. No lo son, a menos que nos resignemos al atraso, a la pobreza y a la insignificancia.
Por eso apostamos al Mercosur, a un Mercosur orientado al logro de un proyecto productivo común, a mejorar nuestra competitividad sistémica como región. Si no lo entendemos así, estaremos condenados a las periódicas rencillas comerciales coyunturales.
Apostar a un proyecto de integración no debe confundirse con una renuncia gratuita a la defensa de los intereses nacionales. Porque está en juego el nivel de vida de nuestros habitantes, ya bastante castigado por años de errores y políticas nacionales que, por favorecer la inserción internacional, olvidaron los problemas de su gente.
Sabemos que un proceso de integración no está exento de dificultades. Pero el camino para superarlas es con más integración; con una integración seria, madura, confiable, respetuosa y responsable de los legítimos intereses de cada país y su gente.
No es inusual contraponer la dimensión local con la dimensión regional, como si fuesen instancias estrictamente diferenciadas. Es verdad que resulta a veces difícil conciliar
la generalidad que impone la integración de una región y la particularidad que atesora la vida cotidiana de una ciudad. Sin embargo, desde una mirada mucha mas amplia y
estratégica, ambas dimensiones pueden ser concebidas en forma integrada: lo local puede marcar el ritmo y el contenido de la agenda regional y, viceversa, las temáticas
regionales pueden determinar la vida local. Lo significativo es encontrar el equilibrio adecuado entre ambas perspectivas y reformularlo en una dimensión estratégica.
Por eso valoramos el trabajo de esta red. Quién mejor que los municipios para promover la necesaria articulación de los intereses locales y propender al conocimiento y la difusión de los beneficios de la integración al conjunto de la sociedad.
Quién mejor que ustedes, los amigos intendentes, para comprender la realidad de todos los días y promover el intercambio de experiencias y la cooperación entre los
municipios del Mercosur.
Ustedes, que enfrentan diariamente la tarea de gobernar, de administrar, de gestionar, de solucionar los problemas concretos. Esos problemas que se solucionan con esfuerzo y trabajo, con dedicación constante, con una visión global que, sin embargo, no deje de reconocer las particularidades de cada vecino, de cada municipio, de cada país, de cada región.
Ustedes acompañan desde hace ya varios años el camino de la integración regional. Una integración que se funda cada vez más en la búsqueda del consenso, de la transparencia y de la participación de todos y cada uno de nosotros en todas las etapas de la integración, porque sólo con el aporte y la convicción compartida de sus beneficios, la integración dará sus frutos.
Una integración que no se limita, aunque algunos quieran así entenderlo, al ámbito político o al económico – comercial. Una integración profunda, que reconoce la necesidad de trabajar también en el ámbito legislativo, social, cultural, educativo, tecnológico, ambiental, turístico; en otras palabras, en un desarrollo integral de los países y su gente.
Una integración que nos permita sentir al MERCOSUR como parte de nuestra vida cotidiana, donde todos nos sintamos actores responsables, un “Mercosur de todos”.
En esta última idea está el eje rector de la integración. La integración efectiva no es solamente la sumatoria de voluntades políticas de los Gobiernos intervinientes, condición necesaria pero no suficiente. El desafío mayor es sumar a los pueblos, identificar sus necesidades y garantizar su desarrollo, en todos los niveles, como expresión de respeto a su dignidad.
Somos plenamente conscientes que toca afrontar un cuadro de situación complejo, dadas las expectativas sociales y las dificultades de la estructura institucional para satisfacerlas. En este contexto, el desarrollo local atraviesa transversalmente la gestión de la política nacional. Todos los organismos del Estado de alcance nacional están plenamente compenetrados en la necesidad de la articulación federal, con las provincias y los gobiernos locales, para consolidar un crecimiento económico sustentable y una distribución del ingreso que tienda a ser cada vez más equitativa, con crecimiento del empleo y disminución de la pobreza en todo el territorio argentino.
La idea del desarrollo local tiene una enorme potencia para enriquecer la integración. El país se piensa no desde la totalidad sino desde cada uno de los puntos heterogéneos que lo componen, desde cada singularidad local en función de su potencia.
Sabemos que es mucho lo que se puede hacer desde el ámbito municipal para favorecer el crecimiento y la profundización del Mercosur. Entre todos, y a partir de nuestras experiencias diarias, podemos trabajar en la planificación de un crecimiento y desarrollo urbano sustentable; en el mejoramiento y acceso de los servicios y la infraestructura; en la promoción de la cultura, el deporte, la recreación y el turismo, ámbitos de relacionamiento permanente; en la preservación de nuestro patrimonio histórico; en la prevención de la violencia y el fortalecimiento de la seguridad; en la definición y ejecución de políticas sociales adecuadas a las necesidades de nuestra gente; en síntesis, en la mejora de la calidad de vida de todos los habitantes de la región.
El Mercosur, señores, es un espacio democrático. Todos nuestros países estamos comprometidos con la democracia como sistema de gobierno. Pero la democracia, no sólo se declama, sino que se ejercita, en los actos de todos los días. La democracia es el gobierno del pueblo y ese pueblo es y debe ser el principal destinatario de nuestros esfuerzos.
Comprender las inquietudes y los anhelos de nuestro pueblo es nuestro principal desafío. Nuestro pueblo reclama desarrollo, seguridad y estabilidad, reclamos que no se responden desde los fríos números de las estadísticas, sino desde la búsqueda de un crecimiento armónico, justo, equitativo, con productividad, con empleo digno, con posibilidades de desarrollo individual y colectivo, con visión de futuro.
La Cumbre de hoy es una clara muestra de este objetivo. Su programa incluye esferas de discusión política, rondas de negocios, actividades culturales, donde el cine, el rock, el folklore y la murga se unen en un festival de arte joven y cultura solidaria.
Porque el Mercosur es eso. Es trabajar mancomunadamente; es sumar y compartir; es discutir y acordar en aras de un proyecto superador; es gestionar; es administrar. Es favorecer la búsqueda de más cadenas de valor, de más cooperación financiera, de más emprendimientos infraestructurales comunes, de más complementación energética, de más articulación macroeconómica, de más proyectos científicos y tecnológicos comunes y del desarrollo de mejores canales institucionales de regulación y solución de conflictos.
Por eso, señores, los invito a seguir juntos en esta lucha y a trabajar día a día para que nuestro esfuerzo se traduzca en decisiones concretas que apuntalen nuestro proceso regional y colaboren en la mejora de las condiciones de vida para todos los que integramos este espacio común.
Muchas gracias