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TAIANA: EL INFORME DE LA CIDH DEJO EN CLARO EL “CARÁCTER MASIVO Y SISTEMÁTICO DE LAS VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Y DESVIRTUÓ LA TEORÍA DE LOS EXCESOS”

Jueves 10 Septiembre 2009
Información para la Prensa N°: 
250/09

En el marco de la segunda jornada de la Sesión Extraordinaria de la CIDH que se realiza en la Cancillería argentina al cumplirse 30 años de su histórica visita a nuestro país en plena dictadura militar, el Ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Taiana, relató el contacto que, como detenido político, mantuvo en 1979 con los comisionados que luego elaboraron el informe que se convirtió en el comienzo del fin del gobierno de facto.

Junto a Tom Farer, miembro de la CIDH que visitó el país en el ´79 y Víctor Basterra, ex detenido de la ESMA, el Canciller Taiana destacó “la valentía, la comprensión y el profesionalismo de la CIDH para respetar nuestros testimonios y transformarlos en el centro de un informe, que fue demoledor para la estrategia de ocultamiento de la dictadura”.

“Yo quiero tratar de hacer un recuento y, en parte, un recuerdo, de cómo se llega desde el lado de los detenidos que estábamos en cárceles no clandestinas, a esta visita de la Comisión. Es decir, la percepción que tuvimos nosotros, entre los que estábamos adentro, de esa realidad”, señaló Taiana.

El jefe de la diplomacia argentina relató que “no pasó mucho tiempo, yo diría que a los 3, 4, 5 meses del golpe (de marzo de 1976), que resultaba evidente para muchos de los que estábamos detenidos en la cárcel de Devoto, que la situación que vivía desde el punto de vista represivo en Argentina, era una situación sin antecedentes, y con componentes del que no teníamos demasiada claridad de cómo era. Hay gente que venía de lugares, de centros clandestinos de detención, con la marca de la venda en la nariz”.

“Muy, muy rápidamente, yo diría ya para julio o agosto de ese año de 1976, los presos políticos que estábamos en Devoto llegamos a una conclusión: la conclusión era, primero, que eso que estaba pasando, ese golpe militar, esa dictadura no era una cosa que se iba a instalar por unos meses –como se pensaba-y que después iba a convocar rápidamente a elecciones. Tuvimos conciencia de que era un proceso largo y que venía a transformar, a través de una profunda represión, algunas estructuras básicas de la sociedad argentina”, subrayó.

Taiana dijo que “una de las primeras conclusiones de eso y de lo que estaba pasando y de lo que nos pasaba en las cárceles, fue comprender que los que estábamos detenidos, estábamos también dentro de un plan de aniquilamiento por parte de las fuerzas armadas, y que nuestra supervivencia iba a depender de distintos factores. Estaba claro que la ley no era respetada; estaba claro que la vida, la integridad física no se podían preservar; y estaba claro que los mecanismos internos eran ineficaces. De esto nos dimos cuenta bastante rápido, porque era obvio.”

El Canciller señaló así que “dentro de las cosas que hicimos fue, los que podíamos, mantener la relación con nuestros familiares –que también eran víctimas de la represión-, y llegar a una primera conclusión: la situación interna, el espacio político, la posibilidad de acceso a la Justicia, a la opinión pública eran enormemente reducidas y comprendimos que, en buena medida, la posibilidad de hacer conocer nuestra situación y proteger nuestra vida estaba en el escenario internacional; estaba más allá de la garantía de nuestro país, y estaba la posibilidad de hacer algo afuera para que repercutiera adentro”.

“Yo recuerdo patente cómo hicimos en Devoto una comunicación bastante particular entre los distintos pisos: la primera lista de personas a las que había que inscribir y tratar de tomar contacto. En ese grupo estábamos varios -algunos de ellos luego fueron asesinados en La Plata- como Dardo Cabo. Y la lista incluía varias personalidades: Francois Mitterrand, Eduard Kennedy, Jean Paul Sastre, Bertrand Russel, algunos escritores. Y siempre recuerdo esa lista porque en algún momento, Dardo Cabo dijo “Brigitte Bardot” y se produjo un silencio, y dijimos: “¡Pero Dardo, Briggite se ocupa de las focas…!” No le escribimos a Brigitte Bardot”. No le escribimos a Briggite Bardot, contó Taiana, y afirmó: “Lo importante de eso es que comprendimos que nuestra relación con el exterior y la relación de nuestros familiares con el exterior era la garantía de nuestra vida y de la vida de nuestros familiares -que, en esa época, varios sufrimos el secuestro de ellos, justamente por pedir por nuestra situación-”.

El Ministro argentino calificó un “primer éxito” del que tuvieron noción los presos políticos, la visita a la cárcel de La Plata de la Argentina de la Cruz Roja Internacional, a fin de enero del ’77. Aunque, agregó, “llegó tarde para la matanza de Córdoba, llegó tarde para la primera muerte de La Plata. Un poquito antes de eso, a fines del ’76, llegó una misión que vino de la Amnesty y que sacó algunos presos, lograron la liberación de algunos presos sorprendentemente, entre ellos uno de los que estaba con nosotros ya en La Plata, que fue Juan Méndez, y que tuvo luego un decisivo accionar en esto de ayudar a conocer la situación de los detenidos y trabajar en la visita de la Comisión.”

Taiana remarcó que “el segundo éxito importante que se produce fue, en enero del ’77, el cambio en la administración de Estados Unidos, y la aparición de una política de derechos humanos francamente distinta de la que había estado antes -que era de apoyo, de tolerancia a la dictadura militar-. En ese entonces comienza el rol de Patricia Derian y alguno de sus colaboradores. Es decir, todo un grupo que empieza a acercarse a los derechos humanos. Y, entonces, empieza a abrirse Washington como un espacio en donde podían hacerse escuchar los reclamos y las denuncias sobre la situación argentina”.

“En toda esa etapa, la institución que tuvo un rol muy importante fue la WOLA –la Washington Office in Latin American-. Ellos fueron muy importantes para comenzar a recibir a los primeros familiares, y con el cambio en derechos humanos, empezó la Comisión”, dijo.

Taina destacó el “importante” rol que jugó Emilio Mignone, porque “había trabajado en la OEA”, conocía perfectamente la institución, y conocía la CIDH. “Y él se transformó en uno de los primeros que insistió en que había que hacer conocer la situación, que había que difundirla, y que había que preparar la visita”.

“Todo esto va desarrollándose, y cuando sabemos que viene la Comisión –y lo sabemos un tiempo antes-, comienza la última parte, los preparativos de qué vamos a hacer con la Comisión, cómo organizarnos para contar las cosas, cómo sintetizamos tantas cosas que había para contar”, continuó relatando el Canciller.

Y subrayó: “Era obvio que la llegada de la Comisión era un éxito del movimiento de Derechos Humanos y del pueblo argentino en general. Era obvio que eso iba a ayudar a limitar los crímenes que se seguían cometiendo y, al mismo tiempo, era obvio que iba a ser, y que íbamos a tener, más allá de la Cruz Roja, la posibilidad de denunciar una serie de violaciones sistemáticas de los derechos humanos, que tienen que ver con varias cosas: una, nuestras condiciones de detención -que no cumplían los estándares mínimos, aunque también creo que era, igual, en ese momento, lo menos importante-); y, lo más importante que teníamos para contar era, no sólo las violaciones a las garantías judiciales, la oportunidad al derecho de defensa, la imposición de pena del poder ejecutivo, el estado de sitio, sino lo que queríamos era poder contar de lo que habíamos sido testigos: nosotros de ejecuciones extrajudiciales de mucha gente en las cárceles, pero muchos, además, habían sido sobrevivientes de ejecuciones, testigos de desapasiones forzadas”.

Taiana contó que “cuando finalmente llegó la delegación de la Comisión, con Andrés Aguilar como presidente, tuvimos la sensación de que un proceso largo y complejo, llegaba a su culminación. Quizá lo más importante de eso fue haber encontrado, en ese momento, cuando hablamos con la Comisión, la comprensión, la profesionalidad y la valentía de escuchar nuestros testimonios, tomarlos con seriedad y transformarlos, en parte, en base de ese informe que se publicó en 1980.”

“Ciertamente, antes que llegara la Comisión, mejoraron el régimen, lo cual era una prueba de que estábamos saliendo de un profundo pozo, donde se encontraba la sociedad, pero, ciertamente, nuestra mayor alegría fue, cuando supimos por los familiares, las primeras declaraciones provisorias que hizo la Comisión, donde finalmente se acababa cualquier tipo de discusión y quedaba claro el carácter masivo y sistemático de las violaciones de derechos humanos. Quedaba desvirtuada la teoría de los excesos, sino que había un plan que se llevaba adelante”, relató Taiana. Y concluyó: “Para los que estábamos, entonces, privados de la libertad, no fue sólo un aliento, un estímulo, sino además, la sensación de que efectivamente iba a haber posibilidades de que se respetara la vida y la integridad de los que estaban siendo perseguidos, y una enorme satisfacción de haber cumplido con nuestro deber de testimoniar lo que habíamos visto, lo que habíamos sido víctimas, y encontrar en la Comisión la valentía, la comprensión y el profesionalismo para respetar nuestros testimonios y transformarlos en el centro de un informe, que fue demoledor para la estrategia de ocultamiento de la dictadura”.

Información para la prensa Nº 250/09
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