Ya en la antigüedad la imaginación de los griegos acertó en dotar al Polo Sur de un continente, pero las confirmaciones sobre su existencia comenzaron mucho después, cuando en 1603 el explorador español Gabriel de Castilla divisa unas islas, posiblemente las Shetland del Sur. Si bien el británico James Cook en 1773 circunnavegaría la Antártida no llegaría a divisar tierra alguna de ese continente. Varios descubrimientos oficiales tuvieron lugar en 1819, tales como el del foquero inglés William Smith a bordo del Williams, quién también alcanzó las Shetland del Sur. En 1820 dos expediciones, una rusa al mando de Fabian Gottlieb von Bellingshausen y otra estadounidense al mando de Nathaniel Palmer, realizaron los mayores descubrimientos antárticos de la época. Sin embargo, existen pruebas de que foqueros de diversas naciones, entre ellos rioplatenses, visitaban aquellas tierras en sus viajes de caza antes que los exploradores, pero no informaban de su destino para no atraer competencia. Si bien la presencia privada predominó en aquella época conocida como la "era comercial", a fines del Siglo XIX, junto con la irrupción de expediciones balleneras, tienen lugar una serie de expediciones exploratorias oficiales que inauguran la "era heroica" de la Antártida y es al comienzo de ese periodo que el Estado argentino desarrolla sus primeros planes para lanzarse al sexto continente.
SIGLO XIX
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1815
En aguas antárticas
Fragata Hércules y bergantín TrinidadLa primera presencia argentina oficial en aguas antárticas data de septiembre de 1815, durante la guerra de independencia, cuando el entonces coronel de marina Guillermo Brown, a bordo de la fragata Hércules, acompañada del bergantín Trinidad, fue arrastrado por un temporal al sur de la convergencia antártica y observó indicios de tierra cercana: “Después de dar vuelta el cabo de Hornos y de soportar los vientos reinantes en estos parajes, y después de haber llegado hasta los 65 grados de latitud, en cuyo paraje la mar se les presentó muy llana con horizonte claro y sereno, sin malos signos, lo que indicaba que no estaban muy lejos de la tierra...”
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Siglo XIX
Foqueros y balleneros
Luis Piedra BuenaA fines del Siglo XVIII y principios del XIX, antes del descubrimiento oficial de la Antártida, foqueros de diversos orígenes, entre ellos rioplatenses, navegaron los mares antárticos en actividades de caza, en particular en las islas Shetland del Sur. Así, el 25 de agosto de 1818 el Consulado en Buenos Aires otorgaba permiso a Juan Pedro Aguirre para cazar lobos marinos “en algunas de las islas que en la altura del Polo del Sud de este continente se hallan deshabitadas”. Entre 1817 y 1820 el barco de las Provincias Unidas de Sud América, San Juan Nepomuceno cazaría lobos de dos pelos y focas en las Islas Shetland del Sur. También ha quedado documentado que en 1818 el foquero Espíritu Santo, matriculado en Buenos Aires, cazaba en las Islas Shetland del Sur. Precisamente el estadounidense Nathaniel Palmer encontró las islas siguiendo a este barco. Tres décadas después, con la llegada de los balleneros, llegaría también a la Antártida un joven marino argentino, Luis Piedra Buena, que en su segunda estancia en ese continente llego a permanecer un mes en Bahía Margarita, al sur del Círculo Polar Antártico y donde hoy se encuentra la Base San Martín.
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1880
Primeros planes
Corbeta ARA UruguayEn las últimas dos décadas del Siglo XIX el Estado Argentino comenzó a desarrollar planes para explorar la Antártida. En 1879 crea el Instituto Geográfico Argentino que posteriormente expondrá a la Antártida como una prioridad de la exploración argentina. En 1880, a partir de una propuesta del científico italiano Giacomo Bove, el Instituto desarrolla planes para una expedición antártica argentina, pero se decide darle prioridad al estudio de la Patagonia y la expedición queda reservada a aquella región. Dos años después, Eugenio Bachman, profesor de la Universidad de Córdoba, propone al Instituto la realización de una expedición científica a la Antártida con el fin de instalar bases permanentes y el Estado argentino comienza los preparativos para una expedición oficial antártica con la corbeta ARA Uruguay pero la misma es cancelada antes de partir.