Señoras y señores,
Curioso derrotero el de esta patria, caminos manchados de sangre, transitados por pies manchados de sangre desde hace 10 años... desde hace 20 años... desde hace 50 años... desde hace 150 años.
Curioso derrotero marcado siempre por el dolor, por el desencuentro, por el desafío inútil, por la disputa estéril. Centenares, miles de años de amor, de reflexión, de sabiduría, de cultura construida alrededor de los calderos, de palabras amorosas pronunciadas en medio del frío del invierno. Siglos que vinieron a dar a esta patria, a enriquecerla, hacerla más plural, hacerla más comprensiva, hacerla mas culta, devastados en un segundo por la llamarada, por la sin razón, por el holocausto.
Decenas, centenares, miles de vidas jóvenes, promisorias, en pleno derrotero, caminos hacia su realización, hacia el pensamiento de una patria para todos, de una patria con paz, de una patria con justicia, de un mundo para todos, de un mundo con paz, de un mundo con justicia, con sus vidas sustraídas de repente, humillados, reducidos a servidumbres, mancillados, asesinados, olvidada su memoria, cortada su memoria, arrancada su memoria como si nunca hubiera existido.
Es curioso el derrotero de esta patria. Es curioso. La palabra derrotero en un principio significaba puerta, salida, camino. Estas palabras que les digo son palabras repetidas, palabras viejas.
Ojalá que la verdad, ojalá que la verdad que es lo único por lo cual se justifica que estemos aquí marquen en vez de un derrotero un destino colectivo, y la verdad sea alcanzada para todos.