Quisiera en estos pocos minutos reflexionar con ustedes acerca del significado de estas jornadas, porque me ha pasado algo curioso. Encuentro que le hemos puesto un nombre a algo que desde hace mucho venimos haciendo, este nombre se genera un poco por oposición pero es a la vez una construcción positiva, estamos caracterizando lo que llamaría con poca imaginación "nuestro deporte" y esto lo hacemos por oposición a un modelo de deporte excluyente, exitista, vano, que ha impregnado nuestra comprensión en ver al deporte como el modelo de las relaciones sociales que sustenta: la ley de la selva.
Podemos reconocer la diferencia entre uno y otro porque uno se basa en el fetichismo de los números, tanto de los puntos como en la moneda: "si uno tiene es", y el otro en la consolidación de las relaciones sociales para la construcción de una comunidad solidaria: "somos con y por los otros".
Cada modelo de política deportiva precisa de una organización que la sustente, sobre este tema vengo a hablar hoy.
Actuar sobre la realidad no es trabajar sobre arcilla existen fuerzas opositivas, confluencias estratégicas que dinamizan continuamente el escenario, que obligan a un cambio de libretos, que transforman al público.
Frente a este dato, y con una lectura casual, estaríamos siendo anacrónicos si defendiéramos una organización de clubes que tuvo su nacimiento hace un siglo, más si además contabilizáramos (con perdón de la palabra) que nos opusimos a los cambios que intentaron imponer en la década del '90, que al gusto del buen decir en esa década, era "para actualizar las organizaciones a los nuevos tiempos".
Como dije, el error nace de la lectura casual de la realidad, lo más anacrónico en el uso del tiempo es correr al ritmo del presente, el ser humano tiene la capacidad de volcar el pasado a su favor y proyectarse al futuro, el utilizar las tres dimensiones del tiempo nos permite elegir la mejor estrategia. Nosotros visualizamos que no había ningún proyecto colectivo en el gerenciamiento y/o transformación en sociedades anónimas deportivas de las organizaciones y sí mucho de negocio para pocos.
Es desde la lectura de la historia donde vemos también la existencia de continuidades, el sostenimiento de una sociedad de privilegios ha ido mudando de ropajes, el proyecto colectivo fue muchas veces traicionado por no visualizar estos cambios de hábitos.
Sin duda que las entidades deportivas deben incorporar cambios, pero no pueden traicionar su espíritu, por ello cada acto que realizamos debemos ponderarlo a la luz de nuestros objetivos.
Daré un ejemplo en relación a las distintas propuestas para generar responsabilidad dirigencial.
Estamos saliendo de una época donde la dirigencia ha traicionado a sus dirigidos. Esa es la razón del promover el control de la dirigencia como herramienta que posibilita a su vez un mayor compromiso y participación del pueblo. Pero responde a otro modelo la creación de avales pecuniarios para el acceso a cargos directivos, pues implica la desatención por parte de los socios del club de los actos administrativos de la dirigencia.
Como vemos, podemos identificar la reproducción de valores antagónicos cada uno de ellos han tenido épocas de mayor y de menor auge. Esto me trae a discutir el rol del Estado.
¿De que Estado hablamos? ¿De "nuestro Estado" o del Estado de ellos. Estamos hablando de un Estado constituido por todos y para todos o un Estado al servicio de quienes más tienen. Esto no es un problema de discursos ni una visión relativa, miremos nuestra historia y observemos la actuación de los distintos modelos y veremos como se repartió la riqueza que produjeron los argentinos, que cada uno saque sus propias conclusiones.
El deporte, como toda actividad humana, es un mensaje que transmitimos con nuestros actos a los otros, es hora que hagamos lo que tenemos que hacer.
Muchas gracias.