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Rafael Antonio Bielsa

Jueves 25 Noviembre 2004
Discurso del Sr. Canciller Rafael Antonio Bielsa
10° Conferencia Industrial Argentina - UIA
"Una Argentina para todos: desarrollo económico con equidad social"

Señoras y señores:

El concepto con el que invita a la reflexión y al debate la UIA en esta décima conferencia, me lleva necesariamente a rendir un homenaje a ese gran intelectual y maestro latinoamericano que fue Celso Furtado. Y quiero hacerlo con unas palabras suyas de mayo pasado, que me servirán de marco introductorio:

"la metamorfosis entre crecimiento económico y desarrollo no se da espontáneamente. Es fruto de la realización de un proyecto. Es la expresión de una voluntad política.

Las estructuras de los países que lideran el proceso de desarrollo económico y social no son el resultado de una evolución automática, inercial; sino de una opción política orientada a formar una sociedad apta para asumir un papel dinámico en ese proceso"

Efectivamente, para alcanzar una argentina para todos debemos conducirnos proactivamente hacia el desarrollo. El crecimiento sostenido que promovemos se vuelve así instrumental, pero imprescindible para alcanzar tal objetivo.

A él nos encaminamos: en el último bienio la argentina ha retomado el camino de la reconstrucción institucional y se ha consolidado un programa económico caracterizado por la inclusión social, la solvencia fiscal, la prudencia monetaria y el desarrollo exportador.

Hace sólo dos años y medio, los argentinos comenzamos a elevarnos sobre la inaceptable realidad de la pobreza, el estancamiento económico y el abatimiento que nos estaban ahogando. El déficit externo, el desequilibrio fiscal, el desempleo, no han sido sino síntomas de la falta de competitividad de nuestra producción, de una "larga enfermedad" que se convirtió en estancamiento estructural.

Hoy tenemos la oportunidad de consolidar una nación que se proyecte al mundo desde sus perfiles productivos, vinculando estrechamente la eficiencia y la competitividad con la equidad social.

Estimados amigos:

Para avizorar el horizonte argentino en el marco de las negociaciones internacionales resulta necesario reafirmar la ya indisoluble relación entre lo nacional, lo regional y lo global.

En un mundo en el que se han acentuado la incertidumbre, los riesgos y las asimetrías, movernos con seriedad dentro de los márgenes de decisión existentes requiere del fortalecimiento de la cooperación, de la solidaridad y de la concertación de posiciones con países con los cuales compartimos intereses, valores y visiones. En un espacio global interdependiente, la capacidad de actuar de manera concertada -de obrar en común- en una lógica de suma positiva, es un recurso de poder que debemos ser capaces de aprovechar y de maximizar.

Tenemos la convicción de que no hay futuro para proyectos de desarrollo de alcance estrictamente nacional, y es por eso que damos a nuestro bloque de pertenencia un sentido mucho más abarcador que el de un simple acuerdo comercial. El Mercosur es ante todo un proyecto político, un espacio de ampliación de la autonomía estatal capaz de potenciar la inserción de nuestros países en el mundo.

Los permanentes contactos con las cancillerías hermanas demuestran, como suele repetir el canciller Amorim, que los problemas del Mercosur se resuelven con más Mercosur.

Imagen de esto es que el comercio argentino con el bloque se ha recuperado notoriamente durante este año, creciendo un 41% respecto al año anterior; y poniendo en evidencia la sincronía del crecimiento entre las cuatro economías y el hecho de que el sector privado comprende la trascendencia del acuerdo de integración regional por encima de las cuestiones sectoriales.

El Mercosur demuestra que la argentina -por historia y por destino- se encuentra plenamente inmersa en una América latina que crece.

Sin embargo, Latinoamérica ha ingresado al siglo XXI convertida en el área más desigual del planeta. Si no somos capaces de revertir esta inhumana situación, correremos el riesgo de despojar de sentido la libertad, la democracia y los derechos humanos tan ardua y dolorosamente conquistados.

Nuestro país, como Brasil y como muchos países del mundo, se encuentra en la búsqueda y propuesta de fórmulas innovadoras de inversión (tanto públicas como privadas) y de movilización de recursos de los países más desarrollados hacia los más pobres, con el fin de que se cumplan en tiempo y forma las muy ambiciosas pero imprescindibles metas planteadas en los objetivos del milenio de las naciones unidas.

Una de las principales iniciativas que llevan adelante nuestros países es la necesidad de que los organismos multilaterales de crédito reformen los criterios de contabilidad fiscal, de modo de considerar los gastos en infraestructura como una inversión.

En el mismo sentido, en la cumbre Iberoamericana que acaba de concluir, se ha promovido la propuesta argentina de conversión de un porcentaje de los servicios de la deuda en inversión en los sistemas educativos, como otro de los nuevos mecanismos financieros para promover el desarrollo.

Como puede comprobarse, los distintos procesos de cumbres en los que participa nuestro país han mostrado en los últimos tiempos importantes avances conceptuales y visiones más certeras y completas respecto de las soluciones para los países menos desarrollados.

En este sentido, quiero informarles que nos encontramos en plenos preparativos de la IV Cumbre de las Américas que se realizará en mar del plata en noviembre del año próximo, bajo el lema "Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática".

Las tres variables que aparecen expresadas en el lema -"trabajo", "pobreza" y "gobernabilidad democrática"- se encuentran directamente influidas entre sí y hoy representan una de las mayores preocupaciones de los países del hemisferio.

La creación de empleos de calidad es una condición indispensable para revertir las situaciones de extrema desigualdad, marginación y pobreza que signan la vida cotidiana de buena parte de los ciudadanos y de las ciudadanas de nuestro país y del continente.

Por lo dicho es que propondremos a la cumbre el objetivo de articular políticas activas que -al tiempo que propicien el desarrollo de los negocios y de la inversión productiva- tengan como objetivo prioritario la generación de trabajo decente, en el marco de un nuevo paradigma que dote a las transformaciones económicas de un fuerte contenido ético.

En esta línea, sin duda que el crecimiento sostenido y la generación de nuevos puestos de trabajo van de la mano de una política comercial activa que se constituya en un proceso de aumento sostenido de las exportaciones. Y en eso estamos trabajando denodadamente desde la cancillería con la convicción de que la argentina cuenta con condiciones estructurales favorables, orden macroeconómico, tipo de cambio competitivo y disponibilidad de recursos naturales y humanos de alta calificación.

Para completar un perfil exportador con valor agregado y generador de empleo, estamos empeñados en abrir mercados para nuestros bienes, diversificar nuestras ventas por productos y por destino, agregar valor a nuestras exportaciones y multiplicar el número de exportadores para que los beneficios influyan sobre todo el espectro productivo y sobre la sociedad en general.

En pocas palabras, incrementar exportaciones y exportadores, diversificar productos y mercados.

Descartada la reacción pendular de volver a cerrar la economía, la argentina se ha lanzado a una búsqueda masiva de mercados para nuestros productos, a través de una gran cantidad de negociaciones económicas internacionales.

En un mundo que avanza hacia el regionalismo, no negociar implica asumir preferencias negativas de acceso para nuestros productos ante cada acuerdo comercial que nuestros competidores celebren con terceros mercados.

En segundo lugar, si se tiene en cuenta que nuestro país no presenta una economía cerrada (no tiene aranceles demasiado elevados ni hace un uso intensivo de restricciones no arancelarias), y que el mundo es particularmente proteccionista en sectores donde nuestra producción es competitiva, se desprende que la argentina debería ser un ganador neto en cualquier negociación comercial razonablemente equilibrada.

Adicionalmente, el modelo de negociación en curso, cuenta con la consistencia teórica que le brindan los estudios de impacto que respaldan cada negociación, para saber qué gana y qué pone en juego la argentina en cada mesa, y no guiar las ofertas y demandas sobre la base de cuestiones intuitivas o parciales intereses sectoriales.

Así, en cada mesa de negociación se prevén oportunidades para los sectores exportadores tradicionales, pero también para aquellos más novedosos que definen el nuevo patrón exportador que queremos desarrollar: artefactos mecánicos, vehículos, muebles, químicos, siderurgia, papel, caucho en el ALCA; lácteos, frutas, hortalizas, pescados en la unión europea; vehículos, maquinarias y aparatos, caucho, alimentos en la comunidad andina; aceites, bebidas, cueros, químicos, manufacturas de acero, en China y Asia en general. Estos son algunos ejemplos de sectores competitivos que encuentran oportunidades en las negociaciones que están en marcha.

Por otra parte, las acciones de promoción tienen el objetivo de ocupar efectivamente con productos argentinos los mercados abiertos a través de la negociación.

Muchos de ustedes han sido protagonistas de la intensa actividad que en este sentido ha llevado adelante la cancillería durante 2004, y que se ha visto reflejada por la participación en 52 ferias comerciales y por la realización de múltiples misiones comerciales a destinos tan diversos como: Brasil, Argelia, Alemania, Rusia, Panamá, Canadá, España, Japón, China, Corea, Singapur, Chile, Emiratos Arabes Unidos, Estados Unidos, México, Italia, Francia, Cuba, India y Bélgica; y abarcando una importante gama de sectores, como: equipamiento médico, diseño y decoración, alimentos y bebidas, minería, cueros, supermercadismo, máquinas herramientas, autopartes, libros, petróleo, software, construcción, frutihortícola, tecnología en alimentos, equipamiento dental, máquinas y laboratorios.

Nuestro paradigma de política de comercio internacional parte de convicciones y de análisis prospectivos, pero también de aprovechar las enseñanzas del pasado. Al revisar el patrón exportador de los últimos treinta años, se comprueba que la Argentina no logró desarrollar ventajas competitivas en sectores con alto valor agregado y que las materias primas han dominado nuestra estructura de exportaciones.

Como sabemos, el modelo de bajos salarios tampoco es una opción disponible para una sociedad como la Argentina que se hizo grande bajo la perspectiva del ascenso social.

En virtud de estos aspectos, entendemos que la calidad de las exportaciones importa al menos tanto como la cantidad. Qué exportar, dónde exportar y cómo distribuir los beneficios de la exportación, son preguntas relevantes a la hora de diseñar la política comercial.

Los primeros resultados a la vista muestran que estamos bien encaminados:

En plena fase expansiva del mercado interno, las exportaciones mostraron un marcado dinamismo en 2003 y 2004, tanto en valor como en cantidades físicas, demostrando que no existe antagonismo entre mercado interno y mercado externo.

Las ventas al exterior muestran hoy niveles récord, de 33.500 millones de dólares anuales, y las perspectivas para el año entrante ascienden a 34.800 millones de dólares.

El sector manufacturero, tanto de origen industrial como de origen agropecuario, es el que muestra mayor dinamismo en las cantidades exportadas, frente a la contracción que muestran las ventas de bienes primarios (debido a la menor cosecha de la última campaña agrícola).

Respecto a igual período del año anterior, en los primeros tres trimestres de este año las exportaciones de manufacturas industriales y de manufacturas agropecuarias crecieron 17% y 25% respectivamente, explicando más del 82% del crecimiento de las exportaciones totales.

Así, las exportaciones de manufacturas industriales alcanzarían un nuevo récord superior a los 8.700 millones de dólares en 2004, siendo el mercado latinoamericano (en particular, Chile, México y la Comunidad Andina) el más dinámico para este tipo de productos.

Un aspecto a subrayar es que el crecimiento de las exportaciones de manufacturas tiene una relación casi directa con el aumento de las ventas al exterior de las pequeñas y medianas empresas, dado que dentro de este grupo las manufacturas industriales explican más de la mitad de las ventas al exterior. Este segmento es el más pujante en el actual dinamismo exportador, incrementando un 20% anual sus embarques al exterior, e incorporando nuevas empresas al punto de orillar ya las 14.000 firmas exportadoras, también un récord para nuestro país.

Pero la inserción internacional no debe ser vista sólo desde el flanco exportador, como un fenómeno asimétrico. Cualquier crecimiento sostenido requiere sistemáticamente de mayores importaciones, típicamente de tecnologías de frontera, que además de elevar el grado de satisfacción del consumidor aproximan a nuestra economía a los avances tecnológicos. Es así que en los primeros nueve meses del año, las importaciones de bienes de capital crecieron un 138%, poniendo en evidencia la recuperación de la inversión como un motor esencial del crecimiento sostenido.

La argentina de este inicio de siglo cuenta con una oferta competitiva en muchos sectores industriales o de servicios, algunos vinculados a los recursos naturales -no utilizar la ventaja comparativa que provee nuestra dotación inicial de recursos sería tan absurdo como conformarnos sólo con ello- y otros vinculados al capital humano, un recurso tradicionalmente abundante y de reconocida calidad en nuestra estructura productiva.

Papel, petroquímica, siderurgia, química, plásticos, muebles, maquinaria agrícola, farmacéutica, son algunos de los sectores industriales donde la argentina ostenta una oferta competitiva.

Turismo receptivo, diseño y moda, publicidad y cine, producción editorial, servicios educativos, telecomunicaciones, software, servicios medicinales, biotecnología, genética animal, tecnología del gas, son sectores de servicios donde nuestro país muestra especialización productiva y tecnología de frontera.

El desafío es entonces transformar estas ventajas comparativas -las de los recursos naturales- en ventajas competitivas, incorporando tecnología y valor agregado.

El éxito de una iniciativa de comercio internacional con características de política de estado, descansa en la consistencia entre la estrategia de negociaciones comerciales y el aprovechamiento que el sector privado haga de las preferencias y ventajas obtenidas en esas negociaciones. En otras palabras, la responsabilidad del estado es la de abrir, facilitar y ampliar el acceso a los mercados, pero corresponde al sector privado aprovechar las oportunidades que aquellas acciones generan.

Desde esa perspectiva, la política exterior de un país cobra sentido si contribuye a aumentar las posibilidades de realización colectiva de su sociedad, y el logro de esa finalidad implica alcanzar niveles de bienestar y de equidad social que permitan a todos los argentinos ejercer su derecho de ser ciudadanos.

En conjunto somos responsables de un tiempo en el cual los esfuerzos de ampliación de las relaciones comerciales deben dirigirse no sólo a mejorar las ecuaciones económicas sino, también, a bregar por una distribución más justa de la riqueza. En conjunto, somos parte de esa sociedad de la que hablaba Furtado que hace posible la metamorfosis del mero crecimiento económico hacia el desarrollo.

Muchas gracias.