Las autoridades sanitarias del Japón comunicaron hoy al gobierno argentino, a través de la Embajada de nuestro país en Tokio, que ha finalizado exitosamente la evaluación del sistema normativo argentino y el reconocimiento de la equivalencia. Lo cual significa que los productos orgánicos argentinos, certificados en nuestro país, podrán ingresar al mercado de Japón, uno de los más exigentes del mundo en materia de calidad y requisitos zoo y fitosanitarios, sin necesidad de una nueva certificación, cuando sean importados por importadores japoneses acreditados ante el Ministerio de Agricultura, Forestación y Pesca MAFF.
Actualmente, los productos alimenticios orgánicos argentinos pueden ser certificados únicamente por empresas certificadoras japonesas o por extranjeras acreditadas ante el MAFF. Por lo tanto, la nueva metodología permitirá a las empresas exportadoras argentinas reducir costos y tiempos, potenciando su competitividad en el muy difícil mercado de Japón. A los efectos de que el mecanismo acordado bilateralmente entre en vigor, el Servicio Nacional de Seguridad Alimentaria SENASA – en los próximos días procederá al intercambio de las notas con el MAFF, paso que una vez cumplido hará que el Japón incluya a la Argentina entre los países con reconocimiento de equivalencia en una norma que se publicará en el Boletín Oficial de ese país. Se estima que la norma será totalmente operativa a partir del próximo mes de diciembre.
Argentina cuenta con un gran potencial como productor de alimentos orgánicos, sean aquellos provenientes directamente del campo, como hortalizas, legumbres, frutos, cereales, entre otros, o bien se trate de alimentos procesados y manufacturados, como la miel, harinas, frutas desecadas y cientos de productos más. La producción y las exportaciones argentinas de ese tipo de productos está aumentando en forma constante, incorporándose nuevos productores y fábricas de alimentos con nuevas líneas en forma permanente. Los rendimientos en precio en los mercados internacionales compensan los mayores costos que se generan por no poder aplicar ni plaguicidas ni agroquímicos ni fertilizantes o para lograr que la tierra en la que se planten las diferentes variedades elimine todo rastro de químicos antes de ser permitida la producción de orgánicos en las chacras, huertas, fincas, olivares, viñedos a lo largo y ancho de la Argentina.
La demanda es creciente en los países desarrollados y en los emergentes, por parte de consumidores más exigentes en materia de calidad alimentaria y de poder adquisitivo medio y alto, y las oportunidades comerciales para los alimentos argentinos son cada vez mayores abriendo posibilidades reales para aumentar la producción y el empleo en nuestro país, en especial, en las economías regionales.