En la Reunión Anual Ministerial del Consejo de la Organización y Desarrollo Económico (OCDE), el representante de la Cancillería argentina –el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Alfredo Chiaradía– expresó que el objetivo de establecer un sistema de comercio global más justo y abierto continúa siendo una deuda de la comunidad internacional.
El secretario que “en 60 años ni el GATT, primero, ni la OMC después, ha podido corregir la más básica de las fallas del sistema de comercio global: la discriminación en las normas entre productos agrícolas y no agrícolas. Los problemas del pasado cuando son desatendidos, se convierten en los desafíos del futuro”.
También expresó, que “las distorsiones, el proteccionismo extremo y los subsidios continúan impactando negativamente en la agricultura. Las tendencias de los últimos 25 años muestran una participación declinante de los países en vías de desarrollo en ese comercio, a pesar de su competitividad para producir y exportar sin apoyo gubernamental. Debido a su vulnerabilidad, los países pobres son los que más padecen esta distorsión”.
“A más de cinco años después del lanzamiento de la Ronda de Doha, estamos en una encrucijada: por un lado, se mantienen las declaraciones sobre el compromiso hacia el desarrollo, mientras que, por el otro, las divergencias no disminuyen. De hecho, muchas propuestas de negociación parecen indicar completamente lo contrario”, enfatizó ante la concurrencia.
Para Chiaradía, en ese sentido, las demandas extremas para liberalizar bienes no agrícolas (NAMA), no guardan proporción con los compromisos de ajuste en agricultura por parte de los países ricos, lo que sólo podría contribuir a profundizar las asimetrías en el tratamiento de ambos sectores, en lugar de acercarlos.
Según los supuestos de algunas propuestas, los países en desarrollo implementarían reducciones arancelarias, que en términos lineales, duplicarían los cortes de los países desarrollados. Esto sería obviamente inconsistente con los principios establecidos en el mandato de Doha de reciprocidad menos que plena en compromisos de reducción y trato especial y diferenciado.
“Tomando como base las enseñanzas del pasado, debemos ahora reconciliar nuestras agendas y nuestras aspiraciones. Aunque hasta hace poco años era posible construir consensos a partir del trabajo de grupos reducidos, la actual estructura internacional y el peso que han cobrado los países en desarrollo sugieren que esa tarea es más difícil hoy en día. En ese sentido, las propuestas de trabajo de la OCDE podrían contribuir a esa reconciliación. Es evidente que necesitamos llegar a un acuerdo sobre qué significa nivelar las reglas del juego”, puntualizó el secretario.