Estimado Dr. Claudio Omar Moroni, Síndico General de la Nación,
Estimados Síndicos Adjuntos,
Amigos presentes,
Señoras y señores:
Estamos reunidos para formalizar un Acuerdo entre el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto y la Sindicatura General de la Nación. Les pido que reflexionemos sobre el significado de esta ocasión: qué estamos acordando, por qué lo hacemos, cuáles serán las consecuencias de este acto.
Vamos a conformar, entre la Cancillería y la SIGEN, el Comité de Auditoría, una instancia encargada de coordinar actividades entre los distintos órganos que pertenecen al Sistema de Control, de modo tal que agilicemos y perfeccionemos el Control Interno de los actos administrativos del Estado Nacional, en el ámbito de la Cancillería.
Queremos, así, no sólo constituir un ámbito de trabajo conjunto que nos permita conocer y analizar en conjunto el estado del funcionamiento del sistema de control interno, sino también, fortalecer la cultura del Control Interno.
¿Por qué queremos eso? Porqué estamos trabajando para un cambio en el enfoque y el funcionamiento del Estado Nacional. Es un objetivo que se trazó esta Administración desde el mismo momento de asumir el gobierno. Buscamos, así, modificar la percepción que tiene la sociedad del Estado. Pero también pretendemos que cambie la autopercepción que tienen de sí mismos los funcionarios y empleados estatales, respecto de su propio rol en esta etapa de la sociedad argentina.
Sucede que, independientemente de su tamaño, sostenemos la tesis de un Estado fuerte, capaz de ejercer en plenitud su capacidad como árbitro entre el interés general y los intereses particulares de sus ciudadanos. Para poder saltar las limitaciones de este Estado heredado del proceso histórico iniciado en nuestro país en 1975 y el consecuente cambio estructural operado en la economía y la sociedad, a partir de la vigencia de una matriz de acumulación y distribución del ingreso que requería de la complicidad y de la debilidad del Estado argentino.
El Estado argentino se fue transformando en un Estado capturado, cautivo de distintas corporaciones (empresariales, sindicales, etc.) que lo utilizaron para obtener decisiones políticas que beneficiarian sus intereses sectoriales. Tuvimos, así, un Estado ausente, desertor: cómplice de un fenómeno de degradación institucional funcional a un proyecto político neoconservador y a un modo de acumulación económica que ponderaba la especulación por sobre la producción y la exclusión social sobre la integración y la membresía ciudadana. Recordemos a Lord Byron, seudónimo del poeta británico George Gordon, quien ironizaba diciendo "Apenas son suficientes mil años para formar un Estado, pero puede bastar una hora para reducirlo a polvo".
